Porque para nosotros no es lejano el amanecer,
Ni la lluvia, ni la tormenta, ni el sueño,
Ni el viento que al pasar nos roza, ni la muerte del sol en el ocaso.



Me iré cuando duermas en ese invierno frío, cuando la niebla tapice las ventanas negándole a tus ojos mi tristeza de un adiós sin palabras en esa madrugada. Antes que el nuevo amanecer muestre mi cara plasmada de unas ansias que no escondo, surcada del dolor más hondo, por no tener el mismo amor con que te amaba.